martes, 1 de febrero de 2011

Soledad, para muchos


Cosquín 2011. La cantante es la mimada del Festival. Y supo lucirse como tal.

La hermosa mujer en la que se ha convertido Soledad Pastorutti festejó sus “15 años de cosquines” con un encendido recital en el que repasó su repertorio
“desde aquél enero de 1996”, y presentó temas de su nuevo disco: Vivo en Arequito .

“Ay –suspiró pasada la medianoche-, déjenme respirar un poco. No hay nada más difícil que subirse a este escenario”. El público de la Plaza, como antes,
como siempre, la recibió de pie y con sus ponchos en alto.

Con una capa a lo torero, negra y con rosas rojas bordadas; corset de brocato carmín; pantalones oscuros ceñidos y altísimas botas de charol, la nena mimada
de un Festival que la vio crecer, invirtió sus cartas y arrancó con A don Ata : el tema de Ica Novo con el que, por años, cerró sus aeróbicas faenas. Esta
vez fue un colorido ballet el que bailó y revoleó ponchos por ella, que sólo se dedicó a cantar.

Con soltura de conductora de TV, Soledad fue la anfitriona de su propia fiesta que tuvo su pico emotivo con la entrada de don Orlando Veracruz: “El primer
artista que me dio oportunidad de subir a un escenario grande”, recordó. Juntos cantaron Pilchas gauchas , un tema emblemático del santafesino quien, en
el medio y casi al borde del llanto, interrogó: “¿Saben lo que es una mañana, tener ganas de cantar en una escuelita de camino a Córdoba, y encontrar entre
esos guardapolvitos blancos a una niña llamada Soledad Pastorutti?”. A los dos les costó seguir. Poco después y en el largo, fuerte abrazo que se dieron,
ella le susurró al oído un “te quiero, muchas gracias” que apenas pudo pronunciar, y que la gente leyó en sus labios a través de las pantallas gigantes.

Vaso con agua y después, la artista de Arequito siguió con Amarraditos ; chacareras furiosas y un par de vertiginosos chamamés que coronó con la Agitando
pañuelos , la zamba de los hermanos Abalos; y Perfume de carnaval , de Peteco Carabajal, a dúo con su hermana Natalia.
Mirándola, era imposible no volver a aquélla tarde de verano del `96, cuando César Isella avisó: “Vengan a ver lo que tengo en mi carpa”. Las caras absortas
de los maestros Ariel Ramírez y Eduardo Falú, que compartían una mesa, cuando desde el fondo apareció ella: toda torbellino y frescura, para dividir la
historia del Festival en un antes y un después. La pequeña, gran Soledad, armada hasta los dientes con el arma infalible de su carisma a prueba de tiempo.

Mientras la esperaban, el público aplaudió a Argentino Luna, que entonó sus clásicos Mire qué lindo mi país paisano , y la más reciente Gallito del alba
; y a la Delegación de Salta que trajo entre sus representantes la hermosísima voz de Melania Pérez.

Insomnes, los peregrinos de esta Meca del folclore que es Cosquín, siguen sin pegar un ojo al ritmo de las peñas y los guitarreros de cada esquina, al tiempo
que palpitan la despedida de mañana, con Los Nocheros y los Tekis al comando.
Fuente: clarin-espectáculos.

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